Asistimos estos días al anuncio del cierre de la fábrica Braum en Catalunya. Es una más de otras tantas. Al fenómeno se le llama deslocalización, deslocalización que por otra parte sufrieron hace 30 o 40 años otros países europeos con la intención de sanear las economías de estas empresas a costa de los bajos salarios que por aquel entonces percibíamos los españoles. Quizás exista ahora una ligera diferencia con respecto a aquellos tiempos. Las empresas se deslocalizan no por cambiar el color de sus números del rojo al negro sino porque las cuantías de sus beneficios no son lo suficientemente espectaculares, es decir, se van porque todavía quieren ganar más y su destino serán otros países cuyos costes laborales sean todavía más ínfimos que los nuestros aunque esto se deba a costa de vilipendiar cualquier derecho de las personas de los países receptores. Hay que pensar que todo esto es un pez que se muerde la cola porque el consumo se sostiene por el poder adquisitivo de la gente que lo origina y puede darse el caso de que si entráramos en una situación de retroceso del poder adquisitivo la gente consumirá menos o buscará cada vez precios más asequibles ignorando la procedencia del producto adquirido.
Muchas veces asistimos ante situaciones tan globales que nos pensamos que la gente de a pie poco podemos hacer para cambiar estas tendencias que pertinentemente nos manipulan para que cada vez más las podamos menos entender, pero creo que en este caso algo si podemos hacer. En primer lugar boicotear sin ningún miramiento estas marcas por dos razones que yo considero de peso: la primera por una cuestión que se podría calificar como de patriótica, por castigar de alguna forma a los responsables de la ruina o de la precariedad en la vida de nuestros vecinos más inmediatos y por otra por considerar que cualquier producto fabricado por estas marcas ha sido producido en países donde los derechos de los trabajadores son pisoteados sistemáticamente. La lista es larga; Braum, Samsung, Lewis, VW, etc., pero esa es nuestra pequeña arma convertida en consumo responsable y nuestra única, de momento, medida de presión ante este fenómeno que la mayoría pensamos que de momento nada tiene que ver con nosotros pero que más tarde o más temprano acabará por afectarnos ya que todos, absolutamente todos, formamos parte de este sistema.
Muchas veces asistimos ante situaciones tan globales que nos pensamos que la gente de a pie poco podemos hacer para cambiar estas tendencias que pertinentemente nos manipulan para que cada vez más las podamos menos entender, pero creo que en este caso algo si podemos hacer. En primer lugar boicotear sin ningún miramiento estas marcas por dos razones que yo considero de peso: la primera por una cuestión que se podría calificar como de patriótica, por castigar de alguna forma a los responsables de la ruina o de la precariedad en la vida de nuestros vecinos más inmediatos y por otra por considerar que cualquier producto fabricado por estas marcas ha sido producido en países donde los derechos de los trabajadores son pisoteados sistemáticamente. La lista es larga; Braum, Samsung, Lewis, VW, etc., pero esa es nuestra pequeña arma convertida en consumo responsable y nuestra única, de momento, medida de presión ante este fenómeno que la mayoría pensamos que de momento nada tiene que ver con nosotros pero que más tarde o más temprano acabará por afectarnos ya que todos, absolutamente todos, formamos parte de este sistema.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada