28 d’abril 2008

Crítica televisiva

Llevo tiempo sometido a las inclemencias del zapping televisivo y es que por obligación tengo que sentarme ante el televisor más horas de las que entenderíamos por saludables así que hay dos botones del mando a distancia que sufren un desgaste mayor que el resto de sus compañeros. Eso me acredita la facultad de poder hablar con cierto conocimiento de causa y ejercer mi personal crítica televisiva.
Empezaremos por el mismo orden numérico con el que la mayoría programamos los canales de nuestro televisor. La 1, la grandiosa televisión del reino que durante décadas fue la representación del monopolio televisivo de nuestro país. Todavía hoy no se ha recuperado de los ocho años de la influencia pepera y parece no tener ganas de quitarse esa tendencia gris, un tanto casposa y monocolor remitiéndose a una programación que pretende idiotizar a la población por decreto dándole un poco de todo y anclada en un glorioso pasado que nada tiene de modernidad y dinamismo. La misma cadena estatal relativiza lo bueno desplazándolo a su segundo canal en donde de vez en cuando se puede ver algún que otro programa que no insulta la inteligencia del televidente.
Y como estamos en Cataluña deberemos hablar de nuestra estimada TV3, que últimamente me da la impresión de que se está convirtiendo en una televisión de geriátrico (sin menospreciar a este colectivo) que básicamente entretiene en lugar de educar prestando información objetiva y criterio al resto de la población, eso sí, con coloridos y modernismo. Podemos salvar algunos programas de la parrilla como por ejemplo Polonia (que ojala 100 años dure) y los informativos aunque estos últimos pecan, a la hora de informar sobre algunos temas, de un provincianismo excesivo. No estoy de acuerdo en lo que algunos políticos socialistas han definido como "costra nacionalista", eso nada tiene que ver con el provincianismo que por argumentarlo podríamos usar el ejemplo de su insistencia en hacernos entender que los deportistas catalanes son los más mejores del mundo mundial y algunos quizás sí haya pero también de otras partes y que también merecen ser nombrados. TV3 insiste en producir y emitir seriales de consumo interno en el que prima un "costumbrismo" tanto rural como urbanita que confunde un poco a la población dibujando una Cataluña llena de triquiñuelas y sórdidas historias familiares en las que a mí personalmente me cuesta identificarme. Al igual que en la cadena pública estatal reserva los contenidos interesantes para el canal 33. Parece que quieran obligar al público más exigente a pulsar una vez más uno de los botones más gastados del mando a distancia.
Y pasamos a Tele 5, cuya deriva parece no tener freno y se está convirtiendo en la máxima exponente de la televisión amarilla y telebasura que tanto parece gustar al pueblo español. De hecho semana tras semana se erigen como líderes de audiencia emitan lo que emitan. Quizás sea, en mi caso, precisamente el número menos desgastado de todo el mando a distancia.
Sigamos con Antena 3, heredera ideológica de la Primera en su etapa Popular y que sin tapujos muestra su casposidad sin ningún tipo de reparo. Tampoco puedo ser muy objetivo ya que hace tiempo decidí pasar de largo en el tránsito de mi zapping.
Nos paramos en la Cuatro que de alguna manera sería un modelo de televisión y que ya nos gustaría fuera emulado por los canales públicos. Rellena de buenos profesionales que luchan por mantener un equilibrio entre calidad y buenos índices de audiencia algo que parece a priori incompatible. Tanto es así que últimamente se ve abocada a emitir realitys de consumo generalizado para mantenerse en la onda mayoritaria.
Y llegamos a La Sexta que parece absorber todo programa de humor y entretenimiento que quizás pueda provocarle un empacho. Parece como si a golpe de talonario quisiera apropiarse de cualquier retransmisión deportiva y convertirse en monopolio absoluto de este tema en lugar de preocuparse de mejorar la recepción de su canal. Tanto humor quizás haga poco creíble cualquier intento por parte de la cadena de dar información creíble sobre cualquier asunto o con un tono de seriedad acorde con la noticia que se pretenda dar, pero en fin, como algunos dicen "el fútbol es el opio del pueblo" y supongo que los responsables del canal pensarán que mientras nos riamos de lo ajeno o de lo divino no pensaremos en los problemas reales que nos acechan y podamos llegar a pensar que cualquier desgracia nos la podamos tomar de forma positiva o incluso reírnos de nosotros mismos y de nuestra propia desgracia.
Como ya he dicho antes la legitimidad de hablar así me la tomo por el hecho de ser consumidor compulsivo del medio y por lo tanto crítico fiable de aquello que me gusta o no me gusta y dejo ya el tema porque se aproxima a la hora de emisión de mi serie favorita, estadounidense, por supuesto.

20 d’abril 2008

Sentido común

Llevo días dándole vueltas a esto del sentido común. Será por aquello que la pasada campaña electoral el candidato del PP invocaba al mismo para que eligiéramos su opción y precisamente el mío, mi sentido común, fue el que me gritaba a voces no hacer precisamente eso. Y es, en concreto, esa definición "mi sentido común" donde entra el debate y con estas preguntas: ¿sentido tiene que ver algo con sentimiento?, ¿común a quién o con quién?, ¿existe un solo y único sentido común?
Hay cosas que me llevan a la sospecha de que no son valores únicos o absolutos sino que cada cual articula el suyo y que en alguna de sus periferias puede coincidir con las de otros como si se tratara de la teoría de los conjuntos de las lecciones de matemáticas de nuestra enseñanza primaria. Podríamos así determinar que aquellas áreas comunes serían lo más parecido a este figurado "sentido común". Hablo del sentido común pero también podríamos llegar a afirmar que cada uno de nosotros tiene su ética, su lógica, sus propias reglas de urbanidad, su consideración de lo bueno y de lo malo, su verdad y así tantas y tantas cosas que muchos atribuyen a las suyas como reglas absolutas y que muchos otros intentan inculcarlas con métodos más o menos legítimos. Incluso esta última afirmación podría ser variable ya que dependerá de la opción de cada cual en considerar que esos métodos sean más o menos legítimos. Está claro pues que generalmente cualquier tipo de asociación del tipo que sea (religiosa, política, etc.) crea un ideario consensuado por una impositiva mayoría que intentará blindarlo hasta el final de los tiempos. Como ejemplo tenemos a nuestra intocable Constitución que después de 30 años nadie se atreve a modificar ni una sola coma. Cada una de esas asociaciones o colectivos incluso tenderá a elegir como portavoces o cabezas visibles auténticos talibanes de su propio ideario y que además arremeterán contra aquellos que intenten, incluso con el propio juego democrático, variar cualquiera de sus argumentos. Así que nos presentamos ante el mundo unos cuantos que de ninguna de las maneras encajamos en ningún tipo de estas sociedades ya que siempre encontramos un punto divergente aunque sea mínimo y que realmente nos molesta y cuesta aceptar. Por eso ni pagamos cuotas de partido, ni vamos cada domingo a misa y nos pasamos el día haciendo zapping televisivo por la molestia que nos causa el pensamiento único. ¿Pensamiento único?, ¿sentido común?, ¿el tuyo o el mío?
Volvemos de nuevo al punto de partida.