15 de maig 2008

Dadme luz


Estoy obsesionado con el tema. Hace tiempo ya realizaba preguntas lanzadas al aire de las que nunca he obtenido respuesta. Pese al exceso de información del que disponemos hay cosas que todavía siguen siendo inexplicables y ésta es una de ellas. Dice la Comisión Nacional de la Energía que las tarifas del suministro de la luz deberían subir un mínimo de un 11% para equilibrar el coste de su producción con aquello que pagamos. Lo curioso es que hace tan sólo 10 días decía que la subida debería de ser alrededor de un 20%, así que podemos estar contentos de que sólo será un poco más de la mitad y el ministro lo certifica diciendo que ahora la petición del 11% sí que es razonable. Otros apuntan que tal subida no se realizó en abril debido a que nos encontrábamos inmersos en periodo electoral y que dicha subida no hubiese sido muy popular de cara a los intereses del gobierno. Sigue siendo curioso que ahora en medio de una supuesta crisis económica o deceleración como otros insisten en definir, con el IPC disparado, con el Euroibor más alto de los últimos años con su consiguiente afectación en las hipotecas descomunales y con el aumento de la tasa de paro que según dicen los expertos se tardará dos años en invertir esta tendencia, el gobierno ahora nos aplique a todos una vuelta de tuerca incrementando, muy por encima del IPC que ya sufrimos, la factura de algo tan básico para todos como lo es la energía eléctrica.
Hasta este punto sólo hemos narrado la salvajada y ahora sería momento de empezar a cuestionarse un montón de cosas. ¿Cómo puede ser posible que quieran subirnos la factura un 11% cuando Endesa no para de aumentar sus beneficios año tras año de forma espectacular? Habría nuevamente que recordar que esta empresa, casi monopolística de suministro aquí en Cataluña, era una empresa estatal que sufragó toda sus inversiones con los impuestos de todos los ciudadanos y que cuando fueron saneadas sus cuentas por el estado se privatizó para a partir de entonces empezar a ganar dinero a sacos (se calcula que el ex presidente de Endesa y ahora diputado por el PP se embolsó unos 30 millones de € en el último año de su gestión).
En fin, que no entiendo nada, sólo percibo que entre unos y otros tenemos una bota del 45 en el cuello siendo sometidos a una continua sangría por parte de todos aquellos que se llenan la boca con el concepto de que son y actúan como nuestros representantes y nosotros, obedientes, sin poder hacer nada.
Si por lo menos la subida sirviera para evitar otra monumental apagada como la vivida en Barcelona el verano pasado...

04 de maig 2008

Insulto


Tendríamos que echar mano del diccionario para definir correctamente el concepto literal de "insulto", pero para la mayoría el insulto consistiría en usar un adjetivo calificativo soez, contundente y excesivo y que generalmente se aparta de la realidad implícita del que a quien va dirigido el improperio. Digo esto porque las palabras tienen el significado que tienen y por lo general están bien definidas en los diccionarios aunque en su uso pueden ser utilizadas con fines que nada tienen que ver con su verdadero sentido. ¿Cuestión de semántica? Digamos que a mi entender cuando propinamos un insulto básicamente intentamos ofender, molestar de la mayor manera posible a quien va dirigido el mismo. Hay quien dice que las verdades ofenden, siempre que éstas sean ofensivas desde el punto de vista del interés general, es decir, cuando se hace pública una verdad que no interesa que se sepa o que daña la imagen del protagonista con esa verdad hecha pública. Por lo contrario el insulto en muchas ocasiones viene acompañado de esta componente de falsedad que ofende a quien lo escucha y que casi por instinto humano es difícil controlar la reacción, ya que lo más normal sería no sentirse molesto por unas palabras o por unos adjetivos que nada tienen que ver con nosotros ni con nuestros comportamientos ni con nuestra realidad. Lo curioso es que en la mayoría de las ocasiones acostumbra a pasar que el que insulta está más irritado que el insultado después de escuchar el "piropo" así podremos establecer que el insulto es una forma figurada de violencia del que insulta. No siempre es así, el insulto también puede ser un sibilino lanzamiento de puñal contra nuestra víctima aunque también una válvula de escape del descerebrado que no encuentra ningún otro argumento que la ofensa. Estamos ante la curiosa paradoja de que tanto la verdad como la mentira pueden llegar a ofender. Digo esto porque tendríamos un problema si realmente existieran tantos hijos de puta como los que en un momento u otro de nuestra vida hemos sido calificados con esa categoría. Bueno, digo problema o no, porque todo es relativo y depende de cada cual ya que quizás existiría quien no se sentiría molesto por determinada profesión ejercida por su madre. Ahora bien, el error sería confundir insulto con una crítica comedida y respetuosa, con preaviso, es decir, meditada y anunciando el momento exacto en el que se va a realizar. Hay actos, palabras, determinaciones, posicionamientos, ideales, que pueden ofender o insultar la inteligencia de quien los padece, oye, observa e incluso lucha contra ellos, pero eso no hay diccionario que lo catalogue ni vara de medir que lo mesure.