23 d’abril 2007

900 300 500

Cinco meses después de la entrada en vigor de la Ley de la Dependencia andamos todos todavía vagando por las oscuridades de la ambigüedad administrativa. Dicho de otra forma unos cuantos siguen perdidos, otros siguen realizando demagogia electoral gratuita llenándose la boca de falsas expectativas mientras que otros nos sumergimos en un mar de grandes decepciones. Todo esto es parecido al anuncio la semana pasada en el que la Ministra de Fomento anunciaba con gran pompa que indemnizaría los retrasos de RENFE en Cataluña superiores a 15 minutos con un billete gratuito del mismo trayecto pero, y aquí lo curioso, que este procedimiento no entraría en vigor hasta finales de junio. Mientras, hasta esas fechas, miles de catalanes seguirán llegando tarde a diario a su trabajo sufriendo las consecuencias de un mal servicio. Es como enseñar un caramelo a un niño para luego abofetearlo mientras le exigimos que ese caramelo no podrá tocarlo hasta de aquí un mes. Lo de RENFE me parece una auténtica barbaridad por no decir canallada. Es como decir "como somos incapaces de solucionar el problema vamos a comprar vuestro silencio con una menudencia". A los catalanes nos siguen tratando como siempre, nos compran con cuatro duros.
Otra cosa es lo de la Ley de la Dependencia. La semana pasada salió el Ministro todo gozoso exhibiendo números y propósitos. En la información, los medios de comunicación aderezaban la noticia con un número teléfono de información que la Administración había puesto a disposición de todo aquel que estuviera interesado en el tema. El teléfono es el 900 300 500. Esta mañana con la intención de tomar el pulso del estado de las cosas he usado este recurso y a continuación transcribo el resultado de la conversación:

-Teléfono de información del Departamento de Acción Social y Ciudadanía. Dígame.
-Buenos días, quisiera informarme sobre un tema en concreto que contempla la nueva Ley de la Dependencia.
-A día de hoy todavía no tenemos nada sobre la normativa de esta ley... (es decir, no tenemos ni puta idea sobre este tema). Llame la próxima semana a ver si ya sabemos algo.
-¿La próxima semana?
-Sí... (prolongado silencio), de nada. (La operadora cuelga el aparato)

Y esto es todo lo que ha dado de si por el momento la implantación de la ley cinco meses después de su entrada en vigor. (Aplausos)

09 d’abril 2007

LA QUEJA

 Acomodados. Poco a poco somos víctimas de lo que en su momento se llegó a bautizar como "estado del bienestar" vamos acomodándonos y aferrándonos cada vez más a una serie de cosas y detalles hasta el punto que nos invade el miedo ante la simple idea de perder determinados estatus. Eso hace que poco a poco seamos cada vez más conservadores y a la vez cada vez más complacientes con todo, es decir, menos exigentes, menos revolucionarios, menos bruscos. Supongo que en el fondo pensamos que ya hemos alcanzado unas cotas de bienestar y cerramos los ojos y la boca con la sensación de que cuanto menos se muevan ambos más tiempo pasará sin que nada cambie.
Es, y lo digo en total tono de autocrítica, una sensación muy catalana, la de revestir fachadas del más reluciente posible metal mientras que en los interiores nos permitimos albergar molestos desórdenes y escondemos bajo la alfombra cualquier tipo de suciedad y sonreír, sobre todo sonreír aunque nos flagelen por la espalda. Así que esta mañana me he levantado con la intención de realizar este acto reivindicativo que mi mente lleva tiempo gestando. No sé si el resultado final será el deseado pero la intención es realizar una oda a "LA QUEJA".
Sí señores, hagamos el favor de quejarnos de todo aquello que sea permeable de la queja. Quejémonos de la lentitud de la justicia, de la injusticia de la justicia, del mal servicio administrativo, de las largas esperas en las consultas de los médicos, de la chapuza nacional, de la mediocridad política, de los chipirones con arena, de la ineptitud del profesional que intenta convencernos con ridículas mentiras, del abuso policial, de la soberbia del poderoso, de la intención de muchos en dividir la sociedad en castas, de la telebasura, de la manipulación informativa, de la falta de cobertura social, de los secuestros legales, de la poca calidad de la enseñanza, de los fariseos teológicos que parecen vivir de espaldas a la realidad, de los pingüinos con alzacuellos, del vino peleón, del hambre en el mundo, de las guerras, de aquellos que se creen los amos del mundo, de cualquier forma de explotación humana, de la violencia de género, de la criminalización de lo masculino, etc.
El etc. es interminable, lo sé, lo sabemos casi todos, así que cada cual complemente su lista pero sobre todo ¡quejémonos!, hagámoslo utilizando los mecanismos que nosotros mismos hemos implantado pero hagámoslo, hagámoslo una y otra vez porque ésta será la única forma que nos queda para poder cambiar un poco todo porque aunque creemos que ya no podemos estar mejor con sólo un soplo podríamos llenar hojas y hojas de cosas de las que quejarnos así que todavía podemos estar mejor, mucho mejor, todos, por supuesto.
¡Quejémonos!