02 de maig 2006

Dani

De sobras es conocido aquel comentario de que Elvis, entre otras cosas, fue un medio producto de las clases dirigentes de Estados Unidos para tener, en la medida de lo posible, atontados al personal. La calidad de Elvis dependerá, por supuesto, de quien realice el juicio. Sea como fuera es que, y eso sí que es verdad, levantó pasiones y que en algunos casos todavía hoy perduran. No voy a hablar de héroes desaparecidos sino que lo haré sobre pasiones. Por una parte me escandalizo de ver la situación en la que están algunos países, especialmente los africanos, donde su pueblo sobrevive difícilmente con unos mínimos escandalosos, todo lo contrario que sus mandatarios que sin escrúpulos se reúnen entre ellos luciendo sus más exquisitas gorduras sin el más mínimo pudor. Menos mal que desaparecieron las tribus caníbales porque con ellos tendrían carnes suficientemente adobadas.
Me aparto del tema, lo sé. Sigamos con lo de escandalizarme. El escándalo es comprobar los dos, tres, o 400 mundos diferentes que nuestra tierra acoge. Lo digo porque mientras hay aquellos que apenas pueden comer algo a lo largo del día asistimos con más o menos crítica a la imagen que nos ofrece la caja tonta en la que vemos a deportistas de élite, que por mover con mayor o menor gracia una pelota, cobran desorbitadas fortunas.
La culpa es nuestra, hay que reconocerlo. Y con esto volvemos a las pasiones y en especial a las mías. Mi pasión son las carreras del campeonato del mundo de motociclismo que cada quince días me hipnotizan delante del televisor y que por espacio de cuatro horas me idiotizan hasta tal punto que me olvido por completo de los males del mundo y de los míos propios. Tampoco han cambiado tanto las cosas. Es la versión moderna de las carreras de cuadrigas de la Roma antigua, como lo es el fútbol de las competiciones entre gladiadores aunque sin tanta sangre. Como antes, los palcos presidenciales siguen ocupados por mandatarios, senadores, personas de gran influencia y poder (y no pagan entrada, eso sí que jode), rodeados de la plebe exaltada por el triunfo o la exhibición de su héroe favorito.
Yo soy plebe y por lo tanto tengo el mío y se llama Dani. Desembarazado hace tan sólo pocos días de su adolescencia esté diminuto gran personaje hace despertar en mi las más triviales pasiones. Verlo arrancar en décimo sexta posición, pasar por la primera vuelta de carrera en décimo tercera y a partir de ese momento avanzar una posición por vuelta y comandar la carrera durante un período de cinco es algo digno de mención. ¿Plebeyo convertido en héroe y luego mutado a persona influyente? Quizá sí, no sé.
Dani cayó en la 1ª curva de la última vuelta y por lo visto la prensa no tiene ni quiere tener el detalle de perdonárselo, pero en realidad... ¿todo esto no debería ser un espectáculo? Y doy fe de que para mí lo fue. El colmo hubiese sido que ganara aquella carrera del domingo pasado pero mis banales pasiones fueron debidamente despertadas por el espectáculo que nos ofreció Dani y al cual le ofrezco mi más anónimo agradecimiento.
Desde que anunció que de este año pilotaría una MotoGP soñé, como muchos, en un domingo de carreras como este pasado. Para postres y como excelente ejercicio de humildad pidió perdón por su caída a todos aquellos que con su trabajo colaboran con su éxito. Lección magistral. Ahora sólo le falta que de vez en cuando dibuje una sonrisa con su cara de niño. Supongo que lo hará cuando gane su primera carrera de la categoría reina, algo que irá acompañado de mi total y absoluta hipnosis ante los problemas del mundo y ante los míos propios.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
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