10 de maig 2006

Eutanasia

De nuevo con el tema. Antes de ayer la Ministra de Sanidad salió diciendo que el gobierno no piensa replantearse la regulación de la eutanasia. Dice que para ella lo más importante es articular protocolos para la extensión de los cuidados paliativos en todos los centros hospitalarios. Y vuelvo a preguntarme ¿Qué cuidado paliativo hay para el sufrimiento del alma?, ¿una sobredosis no letal de antidepresivos? Y vuelvo a responder: si llega el momento en el que deba tomarme cierta montaña de medicación que me haga dejar de ser consciente de la vida que llevo, quiero elegir con casi toda seguridad no vivirla.
Ministra, gobierno, fariseos morales de nuestras almas; llega un momento en el que la dependencia total y absoluta se torna insufrible. Uno puede soportar no poderse limpiar el culo el sólo, no poder llevarse un vaso de agua a la boca, no poderse rascar el sólo la oreja cuando le pica. Todo esto, como decía una bioética contraria a la eutanasia en un programa de televisión, son menudencias. Pero cuando el alma no puede expresarse, cuando el cuerpo no puede sentir, cuando los límites personales son superados debe ponerse en marcha el programa personal de cada uno que marcará sus deliberaciones finales. Es una cuestión de privilegio, lo sé. Los hay, los habrá, que ni siquiera podrán anticiparse al hecho o que quizás tampoco podrán ser conscientes de su desgracia por lo repentino de su accidente. Por eso algunos nos consideramos privilegiados de poder desarrollar nuestro convencimiento de cómo queremos que sea nuestro final. Por eso sólo pedimos respeto, complicidad en algún caso y sobre todo RESPONSABILIDAD de aquellos que dicen hablar en nombre nuestro, por y para nosotros.