21 de novembre 2008

Lo que se avecina...

Ayer la OCDE emitió uno de sus comunicados, resultado de algún que otro concienzudo informe en el que asegura que a España le costará más salir de esta crisis que a cualquier otro país de Europa. ¡Qué inteligentes!, ¡qué brillante conclusión y que sagaz previsión! Dejando al margen la competencia de tanta Organización y de tanta Comisión y de tantas Cumbres que por doquier van celebrándose para mitigar los efectos de la crisis, lo más preocupante es que la OCDE da la razón a todas las organizaciones de las patronales de este país en las que reclaman que la mejor medida para luchar contra la crisis es flexibilizar el mercado de trabajo, o dicho de otra forma, básicamente abaratar el despido, mientras que para endulzar la medida insinúan que de esta forma se podrá dar cabida en el mercado de trabajo a toda la juventud debidamente preparada o con estudios universitarios. En primer lugar lo que no dicen es que pagarán con sueldos de obrero poco cualificado a brillantes diplomados, licenciados y porque no, a excelsos doctores sobre cualquier disciplina. Lo que tampoco dicen es que con esta medida las empresas podrían desprenderse de personal poco cualificado y que por una razón u otra no han dispuesto ni de la oportunidad de formalizar unos mínimos estudios, o una mínima formación que le diera la oportunidad de optar a un trabajo, como mínimo, más renumerado, eso, además de poder desprenderse de todo aquel trabajador de una edad "poco competitiva". Así de esta forma crearemos como dos sociedades independientes en las que en una estarán aquellos que por gracia divina han tenido la suerte de poder disponer de la salud, la inteligencia y los medios para proveerse de una formación y por lo tanto oportunidades, mientras que en el otro mundo subterráneo, por llamarlo de alguna manera, permanecerán los auténticos parias de la tierra que no tendrán ni trabajo, ni oportunidades, ni esperanzas, ni posibilidad de tener brotes de felicidad, porque a ellos todo o casi todo les será negado. Una vez más parece que la crisis, como todas las anteriores, tendrán que pagarla siempre los mismos, los únicos que sin prácticamente rechistar acuden diariamente a su trabajo a apretar durante ocho horas el mismo botón o apretar, durante ocho horas, el mismo tornillo. Esta especie de liberalismo brutal o hiperliberalismo , en lo que se está convirtiendo la sociedad actual, cada día parece adoptar siniestras semblanzas con regímenes del pasado en el que todo lo que no fuera excelso o brillante tenía que ser sistemáticamente eliminado. Es por eso que reclamo o deberíamos reclamar más que nunca que aquellos que voluntariamente se etiquetan como defensores del trabajador se mantengan ahora más alertas que nunca y que quizás, entre todos, tomemos la decisión de decir que nuestra evolución como sistema y como sociedad debe detenerse o retroceder a un punto de partida anterior y reconocer que quizás llegó el momento de parar las máquinas de la globalidad y del crecimiento. Estamos en unos tiempos en los que se romperá la tendencia histórica de que nuestros hijos vivirán mejor que nosotros mismos gracias a poder disponer de mejores oportunidades gracias a la supuesta mejora de la educación, la cultura y la formación. Estamos en el tiempo de que nuestros hijos, exceptuando las excepciones de siempre, vivirán peor que nosotros y que con toda probabilidad no podrán disponer de un bienestar como el nuestro jamás.
Sé que ésta es una visión pesimista de las cosas pero veo, atónito, como hoy por hoy se están perdiendo auténticas conquistas sociales y laborales que costaron sudor y lágrimas a una clase trabajadora a la que ahora sólo le queda el recurso de seguir apretando fuertemente el tornillo diario con la esperanza de que a él no le toque sufrir las consecuencias de esta crisis.
Por último quisiera dejar patente mi asombro al ver al President de la Generalitat de Catalunya poniendo en sobreaviso a los trabajadores y a los sindicatos, que una sociedad conflictiva puede alejar el interés de inversores extranjeros. Me entristece de ver cómo el socialismo español poco a poco se va convirtiendo en gestor del miedo colectivo, aunque eso no es nuevo, lo lleva haciendo la Iglesia desde hace 20 siglos.
Es la hora de estar alertas.