01 de novembre 2008

Hasta nunca más.

 Es hora de ir despidiendo al que ha sido durante ocho años el presidente de la nación más poderosa del mundo, Estados Unidos de América. Es hora de decir adiós y hasta nunca al más nefasto de todos los presidentes que jamás tuvo Norteamérica y porque no, el mundo entero. Ocho años de liderazgo que nos han propiciado un legado que jamás podríamos haber imaginado. Un mundo muchísimo menos seguro y más confrontado entre si que nunca y que amenaza un sinfín de libertades individuales, conflictos armados inacabables repartidos por toda la geografía mundial, una crisis financiera y económica de alcance indeterminado de la que el mundo nunca se recuperará totalmente y que nunca olvidará, escenas inolvidables de absurdidad total y, por supuesto, la inigualable y siempre recordaba fotografía de las Azores. Algunos, incluso, pensamos que es supuestamente responsable de alguna que otra conspiración que facilitó el mayor de los atentados terroristas jamás realizados en el mundo, pero eso sólo es una divagación de alguien proclive a las teorías de la conspiración.
Pero no todo es negativo en el legado de George ya que nos ha dado la esperanza de que cualquiera, por inútil que sea, por incompetente que haya sido capaz de demostrar, podrá ocupar cualquier cargo de relevancia inclusive la jefatura de la nación más poderosa del mundo.
Hasta nunca jamás, George.