18 de gener 2007

La moto

Sábado, 15:00, el móvil suena repelentemente mientras se desplaza milimétricamente por la mesa del comedor. Acaba de llegar un mensaje multimedia de mi amigo Julio que a 50 Km. de Tordesillas disfruta de una concentración motera archiconocida con el nombre de "Pingüinos". Hasta aquí nada raro aunque rápidamente asocio el encuentro con frío, nieve, mal tiempo, etc. etc., es decir, todas las incomodidades habidas y por haber de desplazarse en moto a mediados de enero por el centro del país. Nada tienen que ver esas incomodidades con las que debe estar padeciendo este año, climatológicamente hablando, claro, así que como el hecho no me parece espectacular opto por no contestar el mensaje ya que aparte del dolor de muelas por la impotencia de no poder estar allí con él no encuentro aliciente suficiente que me empuje a devolverle el mensaje y sobre todo el hecho de no poder adjuntar una imagen que contrarreste la que adjuntaba en el suyo. Había gato encerrado y yo no lo supe ver, así que transcurrido el fin de semana llega el lunes en el que hojeando el periódico digital de turno leí la noticia que varios accidentes motociclistas habían afectado la provincia en la que se realizaba la citada concentración motera. Aunque dicen que las malas noticias corren como la pólvora me falta tiempo para extenderme en la lectura de la noticia y comprobar que, en un principio, los accidentes nada tenían que ver con mi amigo así que corto, copio y pego la noticia y se la envío a Julio para comentarle que menudas juergas se corren por esos mundos. Él me contesta que sólo fue a dar una vuelta desde Barcelona hasta Valladolid para probar una Suzuki que le habían entregado un par de días atrás. ¡Sorpresa!, ¿Suzuki?, ¿cómo que Suzuki?, ¿y su vetusta Yamaha? Me faltan piernas para salir raudamente a su encuentro así que descuelgo el teléfono y empiezo el interrogatorio. Se confirma la noticia, Julio ha sustituido Yamaha por Suzuki, así, sin más preámbulo, de un día para otro, con un par de razones que por esta vez tienen forma de cilindros. Invoco una cita para las presentaciones, quiero verla, y galantemente él se presta y pronto tenemos el placer de conocer a su nueva acompañante. ¡Espectacular!
Después de despedirnos y de agotar la pertinente jarra de cerveza que ha servido para remojar esta buena nueva nos dirigimos hacia nuestro domicilio y ante mi mirada perdida Eva me pregunta:
-¿Qué te pareció la moto?
-Una pasada.-Le contesto.
-¿Y porqué estás tan callado?
-Es que tengo envidia.
-Sí, pero envidia de la buena, ¿verdad? -Intenta matizar Eva entre carcajadas.
-¡Qué coño!, ¡qué coño envidia de la buena!, ¡tengo envidia de la mala, de la única que existe! -Así, refunfuñando y entre risa y risa agotamos los metros hasta la puerta de casa.

Señoras y señores, con todos ustedes la moto de Julio.