15 de setembre 2006

Malasia


El domingo pasado siguió el espectáculo. Dani estaba francamente estropeado pero llega un momento en el que determinados esfuerzos ajenos empezamos a considerarlos como normales, y al suceder eso pasamos de puntillas por su apreciación. La cuestión es que fuera cual fuere la gravedad de todos los males de Dani lo que si demostró fue una gran profesionalidad por el hecho de subirse a una moto en unas condiciones físicas no aptas para el manejo de un engendro mecánico de alto rendimiento. Muchos adinerados deportistas de élite deberían dejar de mirarse el ombligo y tomar ejemplo.
El resultado de la carrera, por otra parte, nada desdeñable. Un tercer puesto en esas condiciones es más que sobresaliente aunque si bien es justo reconocer que a sus admiradores nos gustaría ver a Dani siempre en el punto más alto del cajón, y por supuesto siempre por delante de Rossi. Y hablemos de Rossi, al que nadie podrá nunca discutir que es y será siempre uno de los mejores pilotos de la historia del motociclismo. No sé si pensar que muchas veces sus comportamientos, tanto dentro como fuera de los circuitos, tienen un marcado acento italiano y aunque intento huir de de las generalidades al final creo que mucho tiene que ver la procedencia de cada cual con alguno de sus excesos. Rossi este fin de semana simplemente fue un mal educado. Se mofó del estado físico de Dani, supongo que empujado por las dudas existenciales de que alguien en tan deplorable estado físico fuera capaz de conseguir una tercera posición. Fueran los que fueran los motivos que empujaran a Rossi a la mofa lo que sí que es cierto es que en otras ocasiones en las que él ha sufrido algún percance tanto físico como mecánico a nadie se le ocurrió ni tan sólo hacer una mueca de satisfacción por lo que partiendo de la máxima de que el trato y la caballerosidad que uno reciba debería ser directamente proporcional a la que dispensa él no tiene la licencia para mofarse y otros no tienen ningún crédito para ser víctimas de la mofa.
Mientras todos nos pensamos que Rossi buscaba desesperadamente una silla para cedérsela caballerosamente a Dani en el podio y reconocerle determinado mérito ante lo conseguido, al final convirtió la escena de la silla en una payasada que fue rápidamente secundada por Capirossi, otro italiano, que fue víctima de una voluntaria amnesia que le hizo olvidar que hace poco más de dos meses él se arrastraba por el asfalto del Circuit de Catalunya y nadie se río por ello.
Valentino, eres un mal educado.
Nota: La foto la he tomado prestada de la página Web de Repsol