14 d’octubre 2008

Globalización


Hoy, por primera vez, he empezado a entender el alcance real de eso que llaman "globalización". Con un gesto tan sencillo como el de comprarme tres camisetas he averiguado a que nos conducen ciertas cosas. Dos de las camisetas eran de una marca de titularidad norteamericana pero que curiosamente una estaba fabricada en Turquía (el menor de los males ya que algún día serán europeos) y otra en la India. Ahora bien el caso más paradigmático ha sido cuando al mirar la etiqueta de la tercera camiseta comprada he descubierto que ésta estaba fabricada en Bangladesh y, claro, todos podíamos pensar que esto es de lo más normal. Pero no, la camiseta es de una conocida marca pamplonica cuyo nombre significa "beso de pulga" y la verdad es que me he deprimido bastante. Con el simple gesto he descubierto que la globalización no consiste en repartir la riqueza por todo el mundo sino todo lo contrario, repartir la pobreza por todas partes. Porque en un principio podíamos tener la tentación de que nuestra conciencia intentara evitar en la medida de lo posible y mediante la compra responsable adquirir productos fabricados en países teóricamente subdesarrollados y que asociamos de manera automática con la explotación infantil o con la explotación de trabajadores sin ningún tipo de derechos sociales o laborales. Ahora bien tal negación implicaría que su pobreza se multiplicara exponencialmente acorde con el paso del tiempo por lo que la teoría de la compra responsable, que consistiría en adquirir productos de fabricación nacional, al margen del consiguiente y teórico mayor agujero en nuestro bolsillo, algo que por otra parte deberíamos de demostrar, podría representar un gesto poco solidario. Ahora bien la teoría nos dice que deslocalizar toda la industria de nuestro país buscando productores que básicamente consiguen rentabilidad a base de reducir al máximo los costes laborales sólo sirve para que el empresario obtenga mayores beneficios y a la vez destruye lenta y progresivamente el tejido industrial de nuestro país y que conlleva a que el trabajador nacional automáticamente e irremediablemente sea cada vez más pobre y por lo tanto nos igualemos con aquellos países que ahora fabrican las camisetas que antiguamente fabricábamos nosotros (a esto otros le llaman mejora de la competitividad). Por lo tanto, la pobreza se reparte mientras que la diferencia entre ricos y pobres en los países que se etiquetan como ricos se incrementa a una velocidad apreciable.
No obstante el sistema a la larga tenderá a autodestruirse porque llegará aquel día en el que los de aquí seremos tan iguales que los de allí que no tendremos ni para comprar esas camisetas que los de allí están fabricando, por lo que los de allí tampoco tendrán razón de existir ya que ¿para qué fabricar camisetas que nadie puede comprar?, por lo que el empresario tampoco podrá subsistir si su producto nadie lo puede comprar. Reconozco que exagero pero la exageración está fundada al ver cómo gobiernos de izquierdas financian y avalan a la banca y como gobiernos conservadores nacionalizan bancos y aseguradoras como así proclama el comunismo más exacerbado. Todo parece haberse vuelto loco.