06 d’octubre 2008

CRISIS



Menuda la que está cayendo. Está llegando un punto en el que incluso me pregunto si los cuatro euros que tenemos ahorrados estarán seguros en nuestra entidad bancaria de toda la vida. Con estas mismas dudas se lo cuestioné al empleado de la oficina con quien tratamos normalmente, y claro está, éste respondió que nuestros ahorrillos no corrían ningún tipo de peligro. Qué otra cosa podía esperar que dijera. Ahora bien y partiendo de la base que estamos ante una crisis galopante y de inciertas proporciones, pese a que nuestro Presidente se resista a pronunciar la palabrita, ignorante como soy de tan elevados temas sigo teniendo muchas preguntas que nadie, inclusive el batallón de opinadores televisivos que de todo saben y que cada día aparecen en los medios, son capaces de responder con claridad. Partiendo de la base que el mercado inmobiliario ha multiplicado entre 10 y 15 veces el valor de sus productos en aproximadamente 25 años, la resultante clara de esta multiplicación es que todo un buen número de elementos deben haberse enriquecido con tanta especulación. Si a esto le añadimos que los resultados de las entidades bancarias, año tras año, han visto también multiplicados sus beneficios anunciando a bombo y platillo los porcentajes en los que éstos se incrementaban , casi podía resolverse la primera pregunta que interiormente me formulo: ¿dónde está todo el dinero que parece ahora haber desaparecido? La respuesta parecería lógica ya que todos empezaríamos por decir que el dinero está en los bancos, en líquido o en forma de hipotecas. Pero parece que, según ellos, esto no es así y ahora entre todos, pese a deberles ahora ya por entero nuestras vidas, deberemos sufragar las pérdidas de su mala gestión y de su usura permanente. Esto es una auténtica locura. Los nada más ni nada menos que 700.000 millones de dólares que el gobierno americano empleará para sanear el sistema privado bancario tengo claro que no irán a parar en manos de aquel que no puede pagar las hipotecas sino a manos de aquellas empresas que hicieron trampas jugando al solitario. Y es que al final en Europa me da a mí la sensación, de que acabaremos haciendo lo mismo, y claro, alguien tendrá que pagar otra vez esos 700.000 millones de dólares y los miles de millones de euros que aquí se emplearán para hacer lo mismo. La pregunta sigue en el aire; ¿dónde está el dinero? Tal vez esté enterrado en el jardín de algunos promotores inmobiliarios, como el reciente caso de aquella ex–consejera del gobierno PoPular de las Islas Baleares que tenía enterrados en una tristísima lata de galletas 240.000 € procedentes de fraudulentas comisiones.
En fin, como decía Einstein, la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, y parece que el dinero tiene una ley física similar, ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos. Ahora aparecen las multinacionales que aprovechando el embrollo solicitan faraónicos expedientes de regulación de empleo, amenazan con deslocalizaciones, mientras que las patronales piden a gritos el abaratamiento del despido para que al final pague la incompetencia y la mediocridad de muchos el de siempre, el que menos puede.