21 de juny 2007

Esperanza

La disolución de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín, la desmembración de Yugoslavia, etc., etc., son sólo ejemplos de cosas que hasta sólo hace bien poco nos hubiesen parecido imposibles, tan imposibles como ahora nos parece la independencia de Catalunya. Pero llega un punto en que lo imposible deja de serlo y curiosamente se torna en posible mientras nosotros permanecemos atónitos ante los acontecimientos.
Hoy me siento más esperanzado que ayer aunque sólo sea por un simple guiño de la justicia al leer con satisfacción como por primera vez se castigará a una madre por haber sometido a una hija a un Síndrome de Alineación Parental con el que ha conseguido que la niña odie por sistema y de forma implacable a su propio padre. El castigo tan rotundo como la falta infringida: retirada de la guarda y custodia de la niña, pena de seis meses sin poder ver a su hija y el inicio de un proceso por un más que presumible secuestro de su propia hija. La sentencia añade que la pena de seis meses será extensiva también a los abuelos maternos a los que con casi toda seguridad considerará la justicia corresponsables del Síndrome ya bien sea por colaboración con la autora o simplemente por ignorar el problema, mirar hacia otro lado y no censurar el comportamiento de su propia hija. Genial.
Es de las pocas veces que una sentencia cataloga el citado SAP como una forma de maltrato psicológico hacia la hija equiparándolo tanto en importancia como en virulencia al físico cuyas consecuencias son visibles al contrario que el otro. Lástima que en la sentencia no se haga mención o no se considere que el padre también ha sido víctima de maltrato psicológico, con la misma intensidad que el que pueda sufrir el menor porque, digamos las cosas claras, tan crudo es para un hijo prescindir de la figura de su padre como para un padre hacerlo de sus hijos.
La tendencia histórica de conceder la guardia custodia de los menores a las madres es, como mínimo, un comportamiento machista por considerar que los niños tienen que estar con sus madres a pesar de cualquier otra circunstancia y que para un correcto desarrollo personal es lícito que el padre pase a convertirse en aquel señor al que por obligación deberemos ir a ver dos días cada quince, como también una forma encubierta de reconocer que puede ser que por tener la capacidad biológica de engendrar se dan por supuestas toda una serie de consideraciones socialmente admitidas y casi incuestionables.
Este es simplemente un primer paso que quizás necesite años y años para poderse consolidar y que ciertas cosas nunca más sean cuestionadas. A nivel personal me congratulo de ver cómo al final castigan a contrabandistas de sentimientos, cuatreras de paternidades, secuestros legales, orfandades filiales, gestoras del sufrimiento ajeno, etc., etc.
Hoy me siento un poco más fuerte que ayer.