21 de maig 2007

El estado de las cosas

Ya queda poco para que finalice esta campaña electoral. Sinceramente da la sensación de que llevamos tres años en continua lucha electoral. La oposición sigue sin digerir su inesperada derrota y sin abandonar en ningún momento la mentira sistemática nos ha llevado hasta una catarsis en donde los nervios y la deslegitimación de nuestros políticos está alcanzando unos síntomas preocupantes. Todo se contagia, incluso el desastre, incluso el desastroso caos y la desidia. Sólo ha sido necesario ver el último debate electoral de los candidatos a la alcaldía de Barcelona. Exceptuando uno el resto no son caras nuevas pero escuchándolos..., más de lo mismo y parece que no hayan pasado cuatro años desde las últimas elecciones municipales. Todos más o menos siguen iguales, de aspecto, como también sus discursos repletos de reproches al contrario y poca cosa más. Parece que cuatro años no hayan servido para nada exceptuando alguna que otra acera renovada. Mientras, los caos circulatorios siguen siendo los mismos, el transporte público y en especial cercanías funciona igual o peor que antes, la manía recaudatoria de los municipios sigue siendo la misma, la policía local sigue brillando por su inoperancia y falta de prestigio y las políticas sociales son ininteligibles palabras y reglamentos escritos. La catarsis no hace otra cosa que incrementar la distancia entre el pueblo, soberano, y sus representantes cada vez representan menos lo que deben representar. Una vez más la máxima de que "la abstención es directamente proporcional a la toma de conciencia y a la inteligencia del votante" tiene que ser repetida pero aún así los hay que preferimos renunciar a la ignorancia política pero el desespero nos invade ya que nada cambia, todo sigue igual, y como de ellos depende tanto la catarsis como la vigencia y la continuidad del sistema no entra de ninguna forma en sus agendas la posibilidad de modificar el sistema, el electoral, claro está.
Yo propongo que se articule un sistema, en una futura modificación de la ley electoral, en el que se dejen tantos escaños vacíos igual al porcentaje representativo de la abstención. Ello representaría un auténtico y justo cambio en cuanto a las mayorías y posibilidades de pactos y obligaría a la clase política a rendir de forma verdadera cuentas de sus resultados a aquellos a los que pretenden representar. De no ser así últimamente da la sensación de que todo seguirá igual, todo seguirá igual de mal para los de siempre aunque una y otra vez no se cansen de repetirnos de lo bien que va el país, pero..., debe ser para los de siempre.
Qué mal está todo.

Foto: La Vanguardia