09 d’abril 2007

LA QUEJA

 Acomodados. Poco a poco somos víctimas de lo que en su momento se llegó a bautizar como "estado del bienestar" vamos acomodándonos y aferrándonos cada vez más a una serie de cosas y detalles hasta el punto que nos invade el miedo ante la simple idea de perder determinados estatus. Eso hace que poco a poco seamos cada vez más conservadores y a la vez cada vez más complacientes con todo, es decir, menos exigentes, menos revolucionarios, menos bruscos. Supongo que en el fondo pensamos que ya hemos alcanzado unas cotas de bienestar y cerramos los ojos y la boca con la sensación de que cuanto menos se muevan ambos más tiempo pasará sin que nada cambie.
Es, y lo digo en total tono de autocrítica, una sensación muy catalana, la de revestir fachadas del más reluciente posible metal mientras que en los interiores nos permitimos albergar molestos desórdenes y escondemos bajo la alfombra cualquier tipo de suciedad y sonreír, sobre todo sonreír aunque nos flagelen por la espalda. Así que esta mañana me he levantado con la intención de realizar este acto reivindicativo que mi mente lleva tiempo gestando. No sé si el resultado final será el deseado pero la intención es realizar una oda a "LA QUEJA".
Sí señores, hagamos el favor de quejarnos de todo aquello que sea permeable de la queja. Quejémonos de la lentitud de la justicia, de la injusticia de la justicia, del mal servicio administrativo, de las largas esperas en las consultas de los médicos, de la chapuza nacional, de la mediocridad política, de los chipirones con arena, de la ineptitud del profesional que intenta convencernos con ridículas mentiras, del abuso policial, de la soberbia del poderoso, de la intención de muchos en dividir la sociedad en castas, de la telebasura, de la manipulación informativa, de la falta de cobertura social, de los secuestros legales, de la poca calidad de la enseñanza, de los fariseos teológicos que parecen vivir de espaldas a la realidad, de los pingüinos con alzacuellos, del vino peleón, del hambre en el mundo, de las guerras, de aquellos que se creen los amos del mundo, de cualquier forma de explotación humana, de la violencia de género, de la criminalización de lo masculino, etc.
El etc. es interminable, lo sé, lo sabemos casi todos, así que cada cual complemente su lista pero sobre todo ¡quejémonos!, hagámoslo utilizando los mecanismos que nosotros mismos hemos implantado pero hagámoslo, hagámoslo una y otra vez porque ésta será la única forma que nos queda para poder cambiar un poco todo porque aunque creemos que ya no podemos estar mejor con sólo un soplo podríamos llenar hojas y hojas de cosas de las que quejarnos así que todavía podemos estar mejor, mucho mejor, todos, por supuesto.
¡Quejémonos!