17 d’agost 2006

Castas

Hará cosa de medio año aparecía en un programa matinal de nuestra estimada televisión autonómica una señora que se presentaba como la madre de una víctima de la anorexia hasta sus últimas consecuencias, la muerte. Aquella señora declinó mostrar su imagen en público por lo que durante toda la corta entrevista apareció su rostro ensombrecido, intercalando planos tomados desde su espada o simplemente encuadrándola hasta medio cuerpo. La entrevista no dio un resultado digamos que "escandaloso", ya fuere por decisión propia del afamado y hábil entrevistador que consideró que aquél no era ni el lugar ni el horario lo suficientemente digno para determinado tipo de manifestaciones, o bien porque intentó todavía salvaguardar más la anónima imagen de aquella mujer que había perdido un hijo. Ella calificó a la clase médica como "casta", pero no casta de castidad sino de extracto social. También habló del no escrito, aunque sumamente practicado, corporativismo que se profesa entre si la mayoría de los médicos que impide que el resto podamos disponer de segundas opiniones totalmente libres e imparciales o de armarnos con razones ante cualquier conflicto contra ellos por alguna de sus negligencias. Generalizar es malo aunque la evidencia nos empuja. Lo digo porque las heroicas excepciones dignifican, y en mucho, el trabajo de esta "clase" a la que debemos recurrir cada vez que nos acecha un mal.
Siempre había entendido que las "castas" era un tipo de ordenación social que imperaba y todavía se usa en la india y algún que otro país limítrofe. Ésa será, como otras, una deformación de la información que nos brindan los documentales de televisión que nos explican las costumbres de otros países mientras que nos impiden ver realidades propias. La cuestión es que si paramos nuestros pasos por un momento y miramos a nuestro alrededor veremos que tampoco estamos tan lejos de las costumbres asiáticas. Médicos, abogados, periodistas, y me resisto a poner un etc., forman de una forma más o menos involuntaria "castas" con el íntimo sentimiento de formar parte de grupos sociales por encima del resto de sus vecinos. Tal es así que en incontables ocasiones rebasan la línea para convertirse en políticos que representarán al pueblo en el que viven y trabajan. La máxima de la democracia dice que ésta es "el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo" pero muchas veces nos cuesta ver alguna representación de estas tres reglas que forman esta curiosa trilogía.
Desarrollar esta teoría quizás nos llevaría a pensar que por un momento el ejercicio del poder por parte de esa cédula que sería la "casta", les es del todo insuficiente y deciden dar un paso más para que esa ostentación sea incluso más pública y más notoria. Creo que no sólo se trata de prebendas económicas, quiero decir que no sólo se tratará de obtener beneficios materiales, sino que la ostentación y el uso del poder debe proporcionar alguna que otra satisfacción, que hoy por hoy personalmente desconozco, que debe ser de tal atracción que incluso para su consecución y posterior mantenimiento autoriza la articulación de múltiples artimañas y la desaparición de la moral propia..Sea como sea la cuestión es que las "castas", aunque figuradas, siguen manejando el cotarro convirtiendonos en simples habichuelas que con más o menos gracia llenamos el tablero de sus juegos.