23 d’agost 2008

SMS

No puedo resistirme a realizar un comentario sobre la nueva forma de comunicación que supone el envío de un SMS a través de nuestro teléfono móvil. Solo hace poco más de una década que disponemos de tan fabuloso invento y habrá muchos que se pregunten cómo podíamos vivir sin semejante artilugio, y la verdad es que no hay porque resistirse a determinadas cosas que nos hacen la vida más cómoda. Pero hoy quiero centrarme más en una de las aplicaciones que nos proporciona el teléfono móvil. Los mensajes de texto lanzados a las ondas, muchas veces de forma indiscriminada, nos concede ese plus de anonimato e impersonalidad que en la mayoría de las veces mitigan nuestras propias carencias de valentía. Ahora ya no es necesario provocar un encuentro personal y en directo para repartir tantas buenas como malas noticias o para desear días felices. Solo basta escribir más o menos cortos formulismos y enviarlos en tiempo real por las ondas a sus destinatarios, y en el mejor de los casos, recibir a través del mismo medio una más o menos deseada respuesta. Así nos ahorramos florituras, expresiones faciales y la incomodidad de compartir espacio vital con nuestros semejantes. Ahora podemos cortar relaciones de la forma más aséptica imaginable sin necesidad de realizar largas justificaciones o desear unas estupendas y felices Navidades sin necesidad de extendernos en el conocimiento de las penas y glorias de nuestros invisibles interlocutores. Algo parecido a los e–mails pero mucho más escuetos y fáciles de elaborar.