09 d’octubre 2007

Ley de la Dependencia. Capítulo IV

282 días de la entrada en vigor de la ley. Cuatro meses después de haber presentado la solicitud de valoración de mi grado de dependencia y tres meses después de que la valoradora apareciera por casa sigo sin recibir nada. Tal y como ellos me dijeron he esperado a que transcurriera septiembre para volver a llamar al fabuloso 900 300 500 y preguntar por mi resolución. Atentamente me atienden y me preguntan la fecha exacta del día en el que presenté la solicitud ya que dependiendo de esa fecha podrían ellos determinar si debería o no haber recibido ya la resolución. Respondo con el grave error de no saber de memoria la cifra exacta y me emplazan a que mire ese dato y que vuelva a llamar aportándolo. Así que sin dilación accedo al dato y vuelvo a marcar el 900 300 500. Como era de esperar no me atiende la misma persona pero esta vez cargado de argumentos formulo la misma cuestión pero... ¡sorpresa!, esta vez me piden la fecha exacta en la que acudió la valoradora a realizar su tarea. Como carezco de documento oficial que acredite la fecha sólo puedo divagar sobre la fecha sin poder concretar y la operadora que atiende mi llamada realiza un rápido cálculo mental para decirme que están "dentro del plazo" y que si en una semana no recibo nada vuelva a llamar aunque mantengo mis sospechas de que esta vez deberé aportar alguna especie de información seguramente inexistente.
¿Dentro de plazo?, ¡tendrán poca vergüenza! (Habría que combinar exclamación con interrogación, o no), si están 282 días fuera de plazo y ahora será una cuestión de ansiedad por nuestra parte por saber el resultado. 282 días se acercan a los 365 (o 366 si es bisiesto) que tiene un año por lo que por una cuestión u otra todo lo presupuestado para este año en la ley de la dependencia se lo podrán ahorrar, o no. Tal vez se lo hayan gastado en todo menos en los dependientes, ya sea para comisiones de seguimiento, evaluadores, burocracia, oficinas de atención, etc., una larga lista de complementos supuestamente necesarios para que nada escape al control de los descontrolados.
Todavía falta el último paso que supongo que necesitará también de otros tres meses para pensar y repensar en aquello que otros necesitan.
Esto en lugar de parecer un protocolo parece un putoculo y nosotros la mierda de siempre.